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Programé nuevamente mi cita con el ginecólogo. Una semana antes de verlo me dio un dolor debajo del ombligo que me doblo en dos.
A lo mejor era la primera regla después de tener un bebé.
A lo mejor me comí un camarón peligroso en ese matrimonio al que fuimos.
A lo mejor estoy nerviosa.

Llamamos al médico a casa; una gastroenteritis me diagnosticaron y yo me adueñé de ella. Lo que sea por no tener que ir a la clínica, voy a estar bien. Me mantengo hidratada, intento dormir y me tomo 10 dolex al día. Mi cuerpo no lograba retener nada, se me escurrieron los colores de los cachetes y de repente perdí un par de kilos, todo esto parecía hacer parte de este virus. Pasará.

Pero no.

Tuve fiebre durante más noches de las que caben en una mano, en las que alcancé a alucinar con voces y micos, y mi compañía en mi pánico mudo fue Fleabag.

Tremenda gripa estomacal la que rondaba por esos días. Peor mi terquedad. Sorprendente la paciencia de él, que con ojos grandes de mil colores me decía, vamos ya, yo le respondía, no, dame un día más. Lo que sea por no volver a oír esos pitidos en una clínica.

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I scheduled my next appointment with my OB/GYN. A week before my checkup I had an ache below my belly that bent me over.
Maybe it was the first period after having a baby.
Maybe it was a a bad shrimp I ate in that wedding we went to.
Maybe I’m just nervous.

A doctor visited me at home; I was diagnosed with gastroenteritis and I felt it made sense. Whatever it takes for me not having to go to the clinic, I’ll be fine. I kept myself hydrated, tried to sleep, and take 10 pills a day. However, my body couldn´t keep up, the colors on my cheeks slipped, faded and suddenly I had lost a couple of pounds. All of this seemed to be part of this virus. It will pass.

But it didn´t.

I had a fever for more nights than I could count with my fingers . I had hallucinations with voices and monkeys. My calming company was “Fleabag”.

Relentless stomach flu that was around those days — I thought. Worse, was my stubbornness. Amazing, his patience — who with his big, one thousand color eyes told me: Come on now, let´s go. My answer was: no, give me one more day. Anything for never having to listen to those beeps again in a clinic.