6
-No fue mi culpa.
-La ginecóloga dice que no soy infértil, “sólo” me falta el puente pero la medicina lo hace por mi. ¿Ciencia ficción?
-Tengo que volverme muy fuerte. Tengo que hacer de mi panza un centro de fuerza gravitacional.
-¿Quiero jugar tenis? Dale. ¿Tengo traumas con el tenis en la infancia? Oh, supéralo nena.
-¿Soy un cliché de película dramática (floja)de Hallmark? No pasa nada. Entonces llora más fuerte y tómate un whisky.
-No puedo no comer.
Así empecé a salir adelante y después la vida me obligó.
Nos tragó una pandemia de golpe, y con noticieros bombardeados, el miedo a tope, la cocina siempre colapsada, un bebé que ya caminaba y me desconectaba la aspiradora, era palpable la fortuna de tener a mi familia cerca.
Pudimos compartir desayunos más lentos y sobremesas trascendentales, y fue así como una mañana él me lo soltó:
“Se que soñamos con una familia donde hay hermanos porque los nuestros son pilares
Pero
Siento que el universo nos está diciendo algo muy claro.
Tuviste una preclampsia grave. Muy grave. Después te tuvieron que quitar las trompas por una apendicitis.
Pero
Se que los médicos dicen que un invitro es fácil y probablemente exitoso.
Pero
También es una bomba de hormonas, alterar tu cuerpo,
Pero
Es tu cuerpo y yo no puedo estar a favor de someterte a algo que te pueda causar más dolor.
Yo estoy a tu lado y de acuerdo con lo que elijas.”
Sin peros.
En ese desayuno, en común acuerdo y sin misterio, concluimos que mi utero nunca más iba a ser la casa de un bebé.
Y así tuve El Duelo Bestial.
Más doloroso porque está vez yo estaba decidiendo por mi cuerpo roto, con la fé bien envolatada, y con la resignación, entre sabia y perdedora que se dice a sí misma, así es la vida.
Y la vida sigue.