9
Me volví un cóctel dulzón de adrenalina, optimismo y claridad.
Sabía a quién tenía que llamar para bombardear con preguntas y excitación; recuerdo claramente cuando conocí a su hijo hace más de 6 años. Llegaron a la casa de mis papás, inexpertos, felices y muy arropados en un día soleado.
Con toda la generosidad y apertura concretamos una conversación por la plataforma de esos días, y nos puso una tarea: escribir todas las preguntas que se nos pudieran ocurrir respecto a la adopción.
Ninguna pregunta es tonta, mala, superficial. Ninguna pregunta te hace mala persona. Son sólo preguntas, cómo los pensamientos, que serán contenidas sin prejuicios por los dos.
Nos conectamos.
Llegamos a la conversación con 36 preguntas, una jarra de agua y casi tres horas después no quedaba nada sobre la mesa.
Nuestra lista quedó llena de tachones y también garabatos de posibilidades.
Después de algunos días en silencio, concluimos: Parece ser un proceso lento y largo. Uno de esos que derrumba paradigmas y revela verdades.
A la par de nuestro bebé nos preguntamos ¿Dónde damos el próximo salto?